Sabíamos no decirnos nada. Conservando en apariencia, una amistad consolidada. Sabíamos no exigirnos mucho. Hola, ¿que haces?, convidame un pucho, que me tenes abandonada. Vos con tu mochila a cuestas, yo con la excusa perfecta para charlar de pavadas. Nos hizo un guiño San Telmo, un poco de humo en el medio, y enloquecieron las miradas. Quiso el destino que esa noche hiciera frío, y que el ruido de los coches, me hicieran hablarte al oído.
No hay comentarios:
Publicar un comentario